martes, 11 de enero de 2022

La libertad de Amar

¿Por qué engancha el estar enamorado? ¿Por qué esa sensación es tan placentera y adictiva y nos resistimos a perderla y la buscamos con tanta vehemencia? Seguro que desde la neuropsicología se aborda esta cuestión con un conjunto de explicaciones neurofisiológicas hablando de hormonas y procesos que ocurren en nuestro organismo pero el propósito de este escrito es abordarlo desde la experiencia subjetiva, como no podría ser de otra manera,del que escribe. Desde un abordaje psicológico, el enganche viene de esa necesidad afectiva no cubierta totalmente en los primeros años de vida, por lo que nuestras relaciones interpersonales y sobre todo las de pareja por ser más intensas, son las que están destinadas a cubrir de alguna manera ese vacío, nos sentimos protegidos, queridos, valorados en esos primeros compases de la relación amorosa, recuperamos en definitiva ese aspecto afectivo tan necesario para nuestro crecimiento. Pero ese, es solo una cara de la moneda, el aspecto Lunar, ese arquetipo del recibir, ese niño que necesita el calor y el afecto del aspecto maternal de la vida para crecer sano y convertirse en un adulto maduro, que se expresa en la capacidad del Sol de dar Amor. Y es en este punto donde quiero hacer hincapie para dar una visión de como el Amor nos hace libres y otorga una felicidad que nada tiene que ver con la adquisición valores externos. ¿Por qué sentimos felicidad cuando nos enamoramos?
 Cuando la flecha de nuestro querido cupido nos toca, toda nuestra atención se traslada a la persona amada y se produce un autodescentramiento del "yo" que normalmente está presente. Hasta ese momento todo gira entorno a nuestro "yo", lo que deseo, lo que no quiero, lo que me preocupa, mi estres, , mi alegría cuando consigo esto o aquello y mi ansiedad ante la idea de perderlo... Pero sucede la magia del Amar, y ocurre que dejamos de preocuparnos tanto por nosotros mismos, misteriosamente salimos del ensimismamiento egocéntrico y obsesivo y las necesidades y el bienestar del ser amado pasan a ser tan importantes  y a tener en cuenta como las propias. Por este motivo podemos experimentar como al estar enamorados, somos capaces de relativizar los problemas cotidianos, no afectan tanto a nuestra pequeña autoimagen que nos hemos creado a lo largo de los años y que intentamos defende ya que dejamos de tomarnos tan en serio, tomamos distancia al poner la atención en la persona amada.
El problema es que este cóctel de dopamina y exitocinas no es permanente y el miedo, fruto de nuestras propias inseguridades y condicionamientos adquiridos en la vida se suma a la ecuación, y ese estado de conciencia deja paso a la frustración.
Lo que estoy planteando es que la semilla del Amor incondicional esta en nuestro ADN, que lo podemos vivir en los primeros momentos de la relación para luego perderlo y que el camino a su expresión como estado de consciencia a mantener pasa por una inevitable transformacion psicológica y espiritual.
Porque el proceso sanador psicológico está ciego ante la imposibilidad de ver nuestra verdadera identidad, y el proceso espiritual está cojo, ya que sin la adecuada integración de todos los aspectos de nuestra personalidad se imposibilita una mayor manifestación de Ser.
 El Amor es Unidad, en hebreo Ahavá y Ehad respectivamente, suman en numerología cabalística (gematría) 13, indicando que estas dos palabras comparte la misma energía. Cuando nos enamoramos de alguien, proyectamos algo de nosotros en el otro, seamos consciente o no, y se produce la integración, por medio de la relación, de todos aquellos aspectos que no podemos manifestar en nuestra personalidad y que están relegados en la sombra. Los vivimos por medio de la relación con el otro y esta integración nos hace sentirnos Plenos, Uno, en Amor. ¿Qué fantástico sería estar enamorado de la Vida y de todas las oportunidades que nos brida, de Ser uno con toda la existencia, y vivir en Amor? El que Ama la Vida y se siente uno con ella no puede dejar de servirla, es el Amor, como tantos sabios y místicos nos han dicho lo que aporta esa felicidad que todos añoramos y anhelamos desde lo más profundo de nuestos corazones, la madre Teresa de Calcuta decía que "el que no vive para servir, no sirve para vivir"