domingo, 6 de mayo de 2018

El esfuerzo en la práctica espiritual

Este artículo nace de la necesidad del momento, muchos de nosotros como estudiantes espirituales, buscadores de la Verdad, lectores ávidos y entusiastas del conocimiento y desenvolvimiento  de la conciencia nos movemos en las arenas movedizas de los conceptos, ideas, opiniones y como es lógico nos surgen dudas.

Muchos de nosotros nos preguntamos si para desenvolver conciencia es necesario el esfuerzo, bajo la premisa: "En esta Nueva Era las cosas deben hacerse sin esfuerzo, ya no es como antes, y cosas así."

Antes de desarrollar la reflexión al respecto pondré un pequeño artículo de H.P Blavatsky:


"EL AUTOCONOCIMIENTO".
(Self-Knowledge, Lucifer, oct. 1887)
~ H.P. Blavatsky.
Lo primero que se necesita para obtener autoconocimiento, es llegar a estar profundamente consciente de la ignorancia, el sentir en cada fibra del corazón que uno se engaña incesantemente a sí mismo.
El segundo requisito es la convicción aún más profunda que tal conocimiento –el conocimiento intuitivo y cierto– puede obtenerse con esfuerzo.
El tercero y más importante es una determinación indomable para obtener y encarar ese conocimiento.
Ese tipo de conocimiento de sí no puede alcanzarse por lo que los hombres llaman ordinariamente “autoanálisis”. No se logra por razonamiento o por ningún proceso cerebral; ya que es el despertar a la conciencia de la naturaleza Divina del hombre. El obtener este conocimiento es un logro más grande que el de regir los elementos o conocer el futuro.

Como veis en negrita, la autora utiliza la palabra esfuerzo. ¿Por qué? ¿ Nos relacionamos adecuadamente con esta palabra o confundimos su verdadera naturaleza?

A poco que observemos el funcionamiento de nuestra conciencia, nos daremos cuenta de que cada palabra está asociada a una imagen, una interpretación y en base a esto, la palabra  esfuerzo, evocará en nosotros una respuesta determinada cargada de pensamientos y emociones.
Cuando nuestras imágenes, muchas de ellas inconscientes, se relacionan con un sentimiento de deber u  obligación, todas aquellas acciones que emprendemos en la vida son  impulsadas  por otros, por la sociedad, por el que dirán, por miedos e inseguridades, acciones para agradar a Papá o Mamá,  acciones en donde no existe una firme determinación por nuestra parte de movernos en esa dirección,  es entonces,  cuando la palabra esfuerzo toma un significado amargo al paladar.

¿Qué es el esfuerzo?

Como esfuerzo denominamos la fuerza que aplicamos contra algún impulso o resistencia, para contrarrestarlo o revertirlo. Asimismo, se llama esfuerzo a la energía o el vigor que se pone en la realización de algo, venciendo obstáculos.

Es evidente, que cuando decidimos de forma voluntaria, seguir el camino de retorno, el camino espiritual, habrá muchos hábitos que tendremos que cambiar por nuestro propio bien. Pongamos un  ejemplo sencillo de la vida cotidiana. 
El médico nos comenta, al ver nuestro exceso de peso y estado de salud general, que si seguimos con nuestra mala alimentación, en poco tiempo podemos llegar a desarrollar una diabetes tipo II.
Es entonces, cuando en un acto de responsabilidad,cuidado y afecto hacia nosotros mismos, decidimos ponernos a dieta.
Esto significa que debemos hacer cambios en nuestra vida en general, como dedicar más tiempo a la elaboración de alimentos saludables y abandonar la comida rápida, sacar tiempo para hacer algún tipo de ejercicio y evitar el sedentarismo. Esto implica necesariamente esfuerzo, es decir, aplicar una fuerza o movimiento en una dirección determinada, en este caso la Salud, y para ello es necesario vencer ciertas resistencias que se oponen, como nuestra tendencia a pasar largas horas delante de una pantalla acompañados de ricos y suculentos manjares cargados de  azúcares y calorías con escaso o nulo valor nutricional.

Por lo tanto, el esfuerzo también se considera una virtud del ánimo, relacionada con la fuerza o el empeño con que afrontamos una dificultad o nos proponemos alcanzar un objetivo.
En este sentido, el esfuerzo requiere de valores como la constancia, la confianza y la esperanza en la empresa en que nos proponemos.
De esta manera cada vez que tengamos que vencer una resistencia, una tendencia que previamente hemos decidido alejar de nuestro catálogo de actuaciones personales,  el tomar una actitud de amor y respeto hacia nosotros mismos y emprender la nueva acción como un acto de generosidad y compasión, es vital para que  el esfuerzo se saboree con dulzura en los labios y cada logro personal,  se convierta en una fuente de placer.

José Manuel Alarcón Solar
















1 comentario:

  1. Hemos grabado en nuestro subconsciente que el esfuerzo es sinónimo de sentido del deber, obligación, hacer las cosas sin disfrute, pero ¿podemos cambiar este paradigma por un esfuerzo que sea sinónimo de pasión, entusiasmo, sentimiento de movernos en la dirección adecuada previamente determinada, aquello que hemos decidido que queremos Ser y Hacer en la vida?.

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