viernes, 8 de julio de 2016

Ocultismo y Misticismo

OCULTISTAS Y MÍSTICOS (1). El sendero del conocimiento es el del ocultista y del sabio; el del amor es el del místico y del santo. El acercamiento por medio de la cabeza o del corazón no depende del rayo, pues ambos caminos deben ser conocidos; el místico deberá convertirse en ocultista; el ocultista blanco ha sido el místico santifi­cado. El verdadero conocimiento es amor inteligente, porque es la fusión del intelecto y la devoción. La unidad se siente en el corazón; su aplicación inteligente a la vida debe ser desarrollada mediante el conocimiento. (4 - 98) (2). En el pasado se aplicó muchas veces el método del corazón, y en esta encarnación el desenvolvimiento mental es de primordial importancia. (4 - 98) (3). El místico no es necesariamente un ocultista, pero el ocultista abarca al místico. El misticismo es sólo un paso en el sendero del ocultismo. Al descubrir dentro de sí mismo el reino de Dios y estudiar las leyes de su propio ser, el místico se hace experto en las leyes que rigen al universo, del cual es parte. El ocultista reconoce el reino de Dios en la naturaleza o en el sistema, y se considera a sí mismo como ínfima parte del gran Todo y regido por las mismas leyes. Expresándome más sencillamente, a fin de que todos me entiendan, diré: después de la iniciación el místico se fusiona con el ocultista, porque se ha convertido en estudiante de la ley oculta; debe trabajar con la materia en su manipulación y empleo; debe dominar y controlar todas las formas inferiores de la manifestación y aprender las reglas de acuerdo a las cuales trabajan los devas constructores. El sendero místico previamente a la iniciación, puede ser denominado sendero de probación. Antes de que el ocultista pueda manejar inteligentemente la materia del sistema solar debe haber dominado las leyes que rigen el microcosmos y, aunque se halla naturalmente en el sendero ocultista, deberá aún descubrir el Dios dentro de su propio ser, antes de poder aventurarse, sin peligro, a entrar en el sendero de la ley oculta. El místico trata de trabajar desde el plano emocional al intuicional, y de éste a la Mónada o Espíritu. El ocultista trabaja de lo físico a lo mental, de allí a Atma o Espíritu. Uno trabaja en la línea del Amor, el otro en la línea de la Voluntad. El místico no logra la finalidad de su ser ‑el amor demos­trado en acción‑ a no ser que coordine el todo mediante el empleo de la voluntad inteligente; en consecuencia, se ha de convertir en ocultista. El ocultista también fracasa y se convierte en un exponente egoísta del poder, actuando por medio de la inteligencia, a no ser que encuentre, mediante un amor impulsor, un propósito para esa voluntad y conocimiento que le proporcione un móvil adecuado para todo lo que trata de realizar. (2 - 115/6) (4). El místico se concentra sobre abstracciones y atributos más que sobre aspectos, y en la vida más que en lo concreto. El místico aspira, arde, armoniza, ama y trabaja por medio de la devoción. Medita tratando de eliminar la mente concreta en su totalidad y aspira a pasar del plano de la emoción al de la intuición. Adolece de los defectos de su tipo, soñador, visionario, falto de sentido práctico, emotivo, y carece de la cualidad mental llamada discernimiento. Es intuitivo, propenso a ser mártir y a autosacrificarse. (2 - 117) (5). El místico elimina o trata de trascender la mente en el proceso de encontrar el Yo. El ocultista, mediante el interés inteligente puesto en las formas, que velan al Yo, y el empleo del principio mente, en sus dos niveles, llega al mismo punto. Reconoce las envolturas que velan. Se dedica al estudio de las leyes que rigen el sistema solar manifestado. Se concentra en el objetivo pero, en los primeros años, puede a veces pasar por alto el valor de lo subjetivo. Llega eventualmente a la vida central eliminando, mediante el conocimiento y el control consciente, una envoltura tras otra. Medita sobre la forma hasta que la pierde de vista y su creador llega a ser todo en el todo. (2 - 118) (6). Las notas clave de la vida ocultista han sido, como corresponde, el conocimiento, el acercamiento mental al problema de la divinidad, el reco­nocimiento de la divina inmanencia y el hecho de que "así como El es, así somos nosotros. Sin embargo, allí no existe un sentido de dualidad. La meta consiste en lograr una identificación aprobada y determinada que convierte al hombre en lo que es, un Dios y, con el tiempo, Dios en manifestación. Esto no es lo mismo que unión mística. No obstante, el tema es místico e, innatamente subjetivo. Ha de llegar el momento en que el místico apreciará y seguirá el camino de la cabeza y no sólo el del corazón. Aprenderá a perder su sentido del Amado cuando sepa que el y el amado son uno, y que la visión debe desaparecer y desaparecerá a medida que la trasciende (observen esta frase) por medio del proceso mayor de identificación a través de la iniciación. El ocultista, a su vez, debe aprender a incluir la experiencia mística con plena comprensión y conciencia como si fuera un ejercicio de recapitulación antes de trascenderla y pasar a una síntesis e inclusividad de la cual el acercamiento místico es sólo el comienzo, del que el místico es inconsciente. El místico es propenso a creer que el ocultista sobrestima el camino del conocimiento, y repite volublemente aquello de que la mente es el matador de lo real y que nada puede aportarle el intelecto. Similarmente el ocultista tiende a despreciar el camino místico y a considerar "que ha dejado muy atrás" el método místico. Ambos deben aprender a hollar el camino de la sabiduría. El místico deberá llegar, e inevitablemente llegará, a ser ocultista, le guste o no el proceso. Finalmente no podrá eludirlo; el ocultista no lo será verdaderamente hasta que recupere la experiencia mística y la traduzca en términos de síntesis. Observen la estructura de las palabras que empleo en este último párrafo, porque servirán para elucidar el tema. Por lo tanto, empleo las palabras "místico y mística" en esta parte del tratado para descri­bir al hombre inteligente y muy mental y los procesos que utiliza en el Sendero del Discipulado. (15 - 414) (7). En la actualidad el llamado no fue hecho a los místicos sino a los estudiantes ocultistas, a los hombres y mujeres de claro pensar y no al fanático o aquel que sólo ve el ideal y no enfrenta con éxito las situaciones ni las cosas tal como son y, por lo tanto, es incapaz de llegar a la necesaria e inevitable consagración. (13 - 538) (8). La primera iniciación podría ser considerada como la meta y la recom­pensa de la experiencia mística; ésta no es fundamentalmente una experiencia ocultista en el verdadero sentido del término, porque raras veces es exacta­mente comprendida o se prepara conscientemente para ella, como es el caso de las iniciaciones posteriores, razón por la cual las primeras dos iniciaciones no son consideradas mayores. El camino místico conduce a la primera iniciación. Habiendo cumplido su propósito, se renuncia a él, entonces se sigue el "camino iluminado " esotérico, que conduce a las zonas iluminadas de los estados superiores de conciencia. Como se ve, ambos caminos son esenciales; actualmente el camino místico es el de la mayoría, y un grande y creciente número de místicos surgirá de las masas humanas modernas; paralelamente a éste, el camino esotérico atrae cada vez más a los intelectuales del mundo. Su experiencia no es básicamente religiosa, tal como el clero ortodoxo comprende la palabra. El camino de la ciencia es profundamente necesario para el género humano, como lo es el de la religión, pues Dios se encuentra igualmente en ambos caminos. El camino científico conduce al aspirante al mundo de las energías y fuerzas, el verda­dero mundo del esfuerzo ocultista, revelador de la Mente Universal y la actuación de esa gran Inteligencia que creó al universo manifestado. El "nuevo hombre" que ha llegado al nacimiento en la primera iniciación, debe hollar y hollará el camino ocultista o científico, que lo conduce inevitable­mente fuera del mundo del misticismo, llevándolo a la segura y científica percepción de Dios como vida o energía. (18 - 545/6) Inicio | Contenidos [136] ORIENTE Y OCCIDENTE (1). Un cuerpo de tipo oriental posee una serie de cualidades buenas, y un cuerpo occidental otras también buenas, si así puedo expresarlo. Trato de aclarar este punto, porque el occidental tiende a imitar al oriental y a forzar sus vibraciones al mismo ritmo de éste. A veces esto preocupa a los Instruc­tores internos y, ocasionalmente, produce trastornos en los vehículos. Se ha generalizado mucho la creencia de que la meta de todos es llegar a ser oriental. Recuerden que no todos los Grandes Seres son orientales y los Maestros que poseen cuerpos europeos han hecho las mismas cosas que los adeptos orientales más conocidos. Reflexionen sobre esto. (2 - 46) (2). Cientos de millones de habitantes de Oriente presentan a los Grandes Seres un problema mucho más serio que los pueblos de Occidente, porque la ignorancia sobre los asuntos religiosos del mundo predomina profunda­mente entre las masas asiáticas, debido al analfabetismo de las diversas razas y su consecuente explotación y control por los demagogos religiosos, los fervientes profetas y los reaccionarios. Los discípulos o los trabajadores de segundo rayo, manejan ahora activa­mente este problema. Es interesante observar que el éxito obtenido en derribar las antiguas barreras y lograr una disposición espiritual en Occidente se debe, en gran parte, al trabajo de los orientalistas estudiosos de Francia, Alemania e Inglaterra. Hicieron accesible en Occidente la literatura de Oriente en toda su belleza, y vincularon las verdades espirituales de todas las épocas con la presentación cristiana de la verdad, demostrando que todas tienen el mismo valor progresista. Ahora las masas de la India, la China y el Norte de África, tienen que despertar el significado interno de sus propias creencias y reflexionar acerca de la parte que desempeña el cristianismo en el mismo gran programa religioso. Esto ocupa toda la atención de ciertos instructores de segundo rayo en la India, Japón y Siria. (14 - 150/1) (3). Oriente y Occidente están ligados por el rayo de la personalidad de Occidente y el rayo egoico de Oriente, y esto indica una comprensión eventual una vez que el alma occidental de segundo rayo llegue a ser el factor dominante. Cuando las diferentes relaciones sean en parte comprendidas por los pueblos del mundo, se tendrá la clave de los diferentes acontecimientos que tienen lugar actualmente y se comprenderán, con más claridad, la meta y el método de lograrlo. (16 - 392)